lunes, 11 de enero de 2010

Educación artística: educación para la vida


Leonardo Garnier / Ministro de Educación, Costa Rica


Hace ya casi cuarenta años, cuando José Figueres impulsaba la creación de la Orquesta Sinfónica Nacional, la Sinfónica Juvenil y la Infantil, se dio una discusión que tal vez hoy parecería bizarra: se alzaron las voces contra ese despilfarro de dinero: ¡lo que el país necesitaba era producir!” –se dijo. En lo mejor del debate, y mientras visitaba un gran lote de tractores recién llegados a Costa Rica, don Pepe pronunció una simple frase que acabó de una vez por todas con el debate: “¿Para qué tractores sin violines?” – dijo.
Y entendimos.


¿Para qué educar?

Debemos educar – por supuesto – para la convivencia eficiente, útil y práctica del mundo del trabajo, del comercio o del consumo. Pero también debemos educar para la vida plena y trascendente que surge de la convivencia solidaria, del afecto desinteresado, de la responsabilidad con el medio y de la expresión de nuestros sentimientos. Debemos educar para la vida.


Pero vivimos en un mundo incierto en el que pareciera que todo se vale; y en el que se vuelve casi indistinguible lo que vale más de lo que vale menos; en un mundo en el que prevalece el miedo. En ese contexto, ¿qué significa educar para la vida? Frente a la incertidumbre, nos dice Savater , la humanidad debe aferrarse a esas grandes fuerzas que la han guiado a lo largo de su historia: la ética y la estética.


Nuestros jóvenes no pueden crecer sin criterios propios en un mundo en el que se diluyen el imperativo moral de luchar por aquello que es humanamente correcto o noble o el imperativo estético de expresarnos mediante creaciones artísticas que nos conmuevan. Pero cuidado: no podemos educar ni en los valores inmutables de los conservadores ni en la cómoda ambigüedad de los relativistas, sino en la búsqueda de qué es lo que nos permite vivir juntos, con respeto, con simpatía, con solidaridad, con afecto, con gusto; reconociéndonos y aceptándonos en nuestra diversidad.


Educamos para cultivar esa parte de nuestra naturaleza humana que no viene inscrita en el código genético, sino en nuestra historia. Educamos para la cultura, para los derechos humanos y para eso que hemos llamado un ‘desarrollo sostenible’. Educamos para el ejercicio crítico pero sensato – o sensato pero crítico – de la ciudadanía democrática. Educamos para identificar y enfrentar la injusticia y para cerrar esas brechas que nos separan. Educamos para asimilar las nociones más abstractas del pensamiento, para entender y disfrutar las formas más sublimes del arte, así como para manejarnos en los aspectos más triviales pero indispensables de la vida cotidiana: cambiar un fusible, abrir una cuenta bancaria, reparar una silla rota, hacer un ruedo, instalar la computadora, pegar un botón.


Finalmente, educamos contra la superstición y la tiranía, que suelen alimentarse mutuamente; educamos para que prevalezcan la memoria, el afecto y la razón, de manera que no se repitan los errores del pasado.


Ética, estética y ciudadanía


De eso trata un proyecto que impulsamos en Costa Rica, al que hemos llamado “Ética, estética y ciudadanía”.


La ética no es algo que se pueda aprender como mera información, ni siquiera como conocimiento, sino como vivencia, como creencia, como convicción. No se aprende con sermones o discursos, sino mediante una metodología que enfrente a los muchachos con ‘dilemas éticos’ de todo tipo. La resolución de estos dilemas no puede ser antojadiza o casual, sino que debe incorporar la adquisición de conocimientos y la construcción de criterios éticos mediante procesos sistemáticos de investigación, reflexión y, sobre todo, deliberación.


Estos dilemas pueden encontrarse en cualquier lado: en los problemas mismos que surgen diariamente en las aulas o los centros educativos; en la vida del barrio o la comunidad; en los periódicos o telenoticieros... o, por supuesto, en el arte: ¿quién mejor que Shakespeare – en el Mercader de Venecia, por ejemplo – para enfrentarnos con dramáticos dilemas éticos? ¿Cómo no angustiarse frente al Guernica? ¿Quién puede leer sin inmutarse Pedro y el Capitán, del maestro Benedetti; o leer “Desgracia” de Coetzee sin sentir tirones en el alma?


Enfrentar dilemas éticos recurriendo al arte es un instrumento poderoso, pero exigente. Si algo es evidente para los estudiantes es la falta de congruencia entre el discurso y la práctica: un discurso cargado de ética y valores ciudadanos acompañado de una práctica autoritaria... simplemente no funciona con los jóvenes. La responsabilidad y los derechos solo se aprenden cuando su conceptualización va acompañada de la práctica y la práctica se conceptualiza. Hay prácticas que deben aprenderse y practicarse – valga la redundancia – hasta que se vuelvan casi intuitivas: el sentir democrático.


Cuatro objetivos de la educación artística en secundaria


Con respecto a la enseñanza de las artes, nuestra educación debe lograr al menos cuatro grandes objetivos: el gozo, la apreciación, la comprensión y la expresión.


En primer lugar, queremos que las y los estudiantes disfruten del arte: ¡simplemente que lo gocen! Decirlo es fácil, pero nos hemos acostumbrado tanto a hacerlos sufrir el arte, repetir el arte, cumplir con el arte... o no hacer nada y aburrirse con el arte, que no siempre es fácil regresar a ese objetivo tan obvio de sentir aquello que se hizo para ser intensamente sentido.


La realidad, sin embargo, es a veces descorazonadora y hasta un objetivo tan modesto topará con problemas, como ocurre tantas veces en nuestras escuelas y colegios, donde se muestra un cuadro, se escucha una pieza musical o se hace leer una novela solamente para preguntar luego por algún párrafo, alguna fecha o cierto detalle técnico de la obra, sin dejar espacio siquiera para que un estudiante se permita olvidarlo todo y dejarse llevar por la pasión. ¿Se imaginan leer Hamlet para que luego nos pregunten por el número del capítulo en que muere Ofelia?


En segundo lugar, hay que complementar el disfrute con la apreciación, que no es lo mismo. Apreciar incorpora elementos de valoración, criterios de calidad y gusto que, si bien no tienen por qué ser rígidos ni únicos – y mucho menos encasillar el arte en géneros ‘mejores’ o ‘peores’ – sí tienen que permitir a cada quien valorar las obras de arte que tiene ante sí y distinguir, dentro de cada género, por qué considera que unas puedan ser más o menos valoradas con respecto a otras: unas pueden gustarle más o menos que otras... o no gustarle del todo, aunque algún experto insista en que deberían gustarle. Incluso poder decir sí, esta obra es superior a aquella pero, a mí, me gusta más aquella y, ojalá, tener argumentos que les permitan entender por qué.


No toda manifestación artística tiene el mismo valor, pero el valor artístico no es algo que venga preestablecido en los manuales inmutables del criterio estético. El arte evoluciona por caminos misteriosos y apasionantes en los que nuevos criterios estéticos surgen a veces agregándose, a veces destruyendo los anteriores. Una actitud de discernimiento y apertura se vuelve fundamental para no caer en los absurdos extremos que rechazan todo lo viejo o todo lo nuevo. En particular – sobre todo porque somos educadores – tengamos cuidado con la descalificación de lo nuevo (¡ésa música que oyen los jóvenes!) porque podríamos estar descalificando los cánones del arte del mañana – como ya ha ocurrido. Veamos lo que se ha dicho sobre los compositores modernos, y cito:

"Tales compositores, en mi opinión, no tienen más que humo en sus cabezas si están tan infatuados con sí mismos como para creer que pueden corromper, abolir y arruinar a voluntad las reglas de oro que nos han heredado los tiempos (...) Hemos llegado al punto del absurdo, pero aún así es posible que estos compositores modernos encuentren un camino para hacer pasar la disonancia por consonancia y viceversa (...). Para estos compositores basta montar un enorme rugido de sonido, una confusión absurda, un arsenal de defectos..."

Eso se dijo hace no pocos años – allá por los 1600 – sobre Claudio Monteverdi, transformador de la música del Renacimiento desde el viejo estilo o prima prattica al nuevo estilo o seconda prattica. ¿Podría alguien pensar hoy que la música de Monteverdi no es más que un arsenal de ruido disonante?


En tercer lugar, además de disfrutar y apreciar el arte es necesario entenderlo, comprenderlo en un doble sentido. Por un lado, es necesario conocer los elementos técnicos y conceptuales de una obra de arte: desde las teorías y técnicas de la disciplina específica con que se ha diseñado y producido la obra de arte; hasta los aspectos científicos y tecnológicos que estarían por detrás de determinada tonalidad o brillo de los colores, de ciertos movimientos del cuerpo, del balance de una escultura o los timbres peculiares de una pieza sonora.


Por otro lado, es indispensable entender el arte en su contexto: los aspectos históricos y biográficos que inevitablemente nos remiten a los determinantes individuales y sociales, políticos y culturales que rodean y explican – de nuevo, nunca de manera unívoca – toda obra de arte. Es imposible entender el arte de Diego Rivera y Frida Kahlo sin saber algo del México revolucionario en que vivían, sin saber algo de Trotski; pero no basta: hay que saber también algo sobre sus vidas personales, su intimidad, sus pasiones, sus destrezas, sus dolores, sus sueños. De todo eso surge su arte.


Ah... pero el arte es siempre una ruta de doble vía. Bien dice Umberto Eco que una obra de arte tiene tantas lecturas como lectores: sí, debemos entender el contexto social e individual de su origen pero, para saber por qué una obra de arte nos conmueve como nos conmueve – o por qué no – también tenemos que entender el momento en que la apreciamos y nuestra propia identidad, ya que es desde hoy y desde nosotros que esa obra nos habla. No, no es fácil la educación artística: es una educación histórica... para nuestro tiempo. Estudiar el arte no es otra cosa que estudiar la vida.


Pero no podemos limitarnos a que nuestra juventud disfrute, aprecie y comprenda el arte. Aspiramos, sobre todo, a que esto estimule y le permita, a cada joven, expresarse artísticamente. De nuevo, cuidado: estamos hablando de la secundaria y no pretendemos que cada estudiante sea “un artista” en el sentido tradicional del término, pero sí que cada quien se atreva y logre expresar en formas artísticas sus intereses y preocupaciones, sus pasiones y angustias, sus gustos y frustraciones, sus sueños, sus miedos, sus emociones y sus razones, de tal forma que, al hacerlo, más que convencernos, intente conmovernos, ya que si algo busca el arte es eso: conmover.


Disfrutar, apreciar, comprender y expresar: cuatro retos de la educación artística que, de lograr incorporarse con más sentido y fuerza en nuestros colegios, transformarían sin duda la enseñanza en esos centros y la vida de nuestra gente joven.


La enseñanza de la ética, la estética y la ciudadanía deben permear el currículo completo: los movimientos artísticos deben marcar los cursos de Estudios Sociales tanto o más que las batallas y las conquistas; la formación de los colores debe aparecer en la clase de química; las ondas deben sonar en la clase de física y las ecuaciones de matemática deben ilustrar la interacción de las notas en el pentagrama o, mejor, su vibración en las cuerdas de la guitarra. Más aún, la enseñanza de las artes – como la enseñanza de la ética o de la ciudadanía – tienen que salir del aula y llenar el colegio entero, volverlo un espacio agradable, un espacio de convivencia, un espacio que se disfruta y se siente propio, un espacio en el que la juventud construye su identidad de cara a sí misma y al mundo en que se encuentra.

6 comentarios:

  1. Interesante comentario.
    Aunque siempre creí que el arte, cualquiera que fuera sus manifestaciones, es en principio cuando se es quien aprecia, capaz de tomar al ser humano y contactar su cuerpo, mente y espíritu con otros, luego, en una etapa creadora, servía para para exactamente lo mismo, excepto en sentido contrario, el doble sentido que Ud menciona.

    Siempre creí que el arte, en su mayor virtud la resumí en una palabra, "sensibilizar", y esta desde el punto de vista humano.

    Se que no está explícito dentro de sus 4 ejes mencionados, disfrutar, apreciar, comprender y expresar, pero curiosamente está implícito en todos.

    Si los hombres sobre, que somos los que hacemos las guerras y los que cometemos las mayores injusticias, fuéramos más sensibles, sobre otro mundo caminaríamos, de ahí para mí, la grandeza y poder transformador del arte.

    Saludos

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  2. Señor Ministro:

    Tenemos conocimiento de que la Conferencia Episcopal quiere realizar nombramientos masivo con el fin de dejar a las y los estudiantes de la UNA-UNED fuera de toda posibilidad de ser contratados. La UNA realiza todas las gestiones posibles para que podamos ser nombrados , pero ante este "rumor" cabe la posibilidad de que por un acto arbitrario seamos nuevamente excluidos por una legislacion que la Sala Constutucional derogo.

    Deseamos solicitar su ayuda con el fin de que no se nos atropelle y que estos poisbles nombramientos no se realicen atentando contra la resolucion de la sala.

    Esperando contar con su ayuda

    Jeffry Campos
    Representante Estudiantil
    Teologia
    UNED

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  3. Lo felicito me encantó el post. Estoy completamente de acuerdo.

    Cuando supe que estaba embarazada de mi primer hija Monse... me sentí feliz y empecé a disfrutar de ello en ese preciso instante a pesar de algunas circunstancias que se daban, empezó ahí mismo mi interés por su educación.

    Mi conclusión fué: Quiero educarla para la vida, eso pasaba por ser guía, apoyo, espejo, ejemplo, razón, empuje, amor, etc.

    Para todo esto requería del concurso del arte, los principios, la ética, la estética y de nuevo mucho amor.

    Y así me fijé objetivos, metas y se fueron cumpliendo unos, transformando y haciéndose grandes otros, empezamos mi hija y yo a explorar concimiento, conciencia y a enamorarnos del conjunto, cosas cotidianas, música, color, movimiento, figura y letra todo lo que la vida nos ofrecía. Nacieron las otras hijas y fué más fácil involucrarlas.

    Hemos crecido las cuatro, nacemos a cada instante con el arte, la música, el movimiento, la luz, la letra, la expresión y disfrutamos de la razón que genera toda esa riqueza.

    Sabemos que siempre se puede más porque siempre se quiere más.

    Todas hemos encontrado por medio del arte sus aptitudes e intereses, todo se relaciona. Son ciudadanas críticas (en desacuerdo la mayoría de las veces en cuanto a ideologías políticas y religiosas) pero coincidentes en combatir por todos los medios a la injusticia, el desamor, el irrespeto, a la falta de fe y a la desesperanza.

    Creo sin lugar a dudas que he contribuido a preparar mujeres para la vida...

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  4. Mi comentario anterior podría decir que es algo así como la primera parte, la parte bonita, idíliga, y la parte donde me inmortalicé como la madre abnegada.

    Esta es la segunda parte donde lo critico por su excelente iniciativa...

    Empezaron las hijas a estudiar arte. Luego de muchas pruebas ir y venir, Monserrat ingresó al Castella, conocí a Don Arnoldo y me enamoré de su trato hacia los chicos y chicas, tuve que controlar, superar ser agente de cambio y aceptar el mal estado físico de la infraestructura... asunto que desde siempre ha reñido con el "apoyo" que los gobiernos de turno le dan al arte, pero bueno, pasaron los años, primero Monse, años después Lucía y por último Mariangel, todas encontraron alegría, disfrute y entretenimiento en la pintura, el teatro, la danza, el ballet, el piano, el violín, el xax, la percusión(bien sufrida en casa) el acordeón, el clarinete, la guitarra, el canto, la poesía, la escultura, etc. etc.

    El arte en la casa nos ha hecho sentir sumamente orgullosas y unidas en cada domingo familiar, cada presentación, cada chivo, cada exposición, cada concierto y cada puesta en escena, así como los preparativos previos y ensayos.

    Monse se graduó con honores en Teatro, continúo sus estudios en la UCR en Artes dramáticas y Comunicación... un éxito, alumna con beca por excelencia académica, yo como la más orgullosa y agradecida con los múltiples aplausos, la chica realizada: audicionó para el personaje de Julieta y obtuvo su primer papel protagónico, mi hija era "Julieta" en el Mélico Salazar, teatro lleno... wuaw de nuevo mi orgullo y satisfacción no me cabía en el cuerpo... y así en otras obras iguales o más importantes.

    Transcurrió el tiempo y fue llamada del Odin Teatre de Dinamarca compañía dirigida por Eugenio Barba.. viajó, trabajó en un montaje con ellos y ha sido invitada a participar en la compañía Jasonite. Ha actuado, dirigido y escrito obras.

    Pero... viene la realidad: Mi hija trabaja de gratis, dá su trabajo, su esfuerzo, su profesionalizmo, su arte sin recibir ninguna remuneración económica por ello.

    Resulta que para el teatro lo que existe son los aplausos... los artistas no pueden "comer" de su trabajo...

    Le he contado esto, por dos cosas, la primera es para apoyar su iniciativa de incluir el tema artístico en la educación secundaria... y la segunda para que a la par de su buena iniciativa no se olvide que los artistas del país no pueden "vivir" del arte.

    Los artistas no necesitan solo aplausos, necesitan dinero también.

    Paradójico al interés por incentivar el arte, recientemente el FIA acordó que para este año no contratarán grupos nacionales, únicamente se presentarán grupos internacionales. Sabe cuánto le pagarán a uno de esos grupos internacionales que vendrá? $150.000 más gastos. Sabe cuánto fué el máximo pagado el año pasado a un grupo nacional? 500 mil colones para todo: montaje, pago técnicos, vestuarios, escenografía y si queda algo para los actores.

    Yo le podría contar historias hermosas de entrega y mística de muchos de nuestros buenos artístas jóvenes, que para montar sus obras, deben realizar rifas y recolectas entre sus familias... para dar su arte al país, historias que erizan la piel de cualquiera.

    Seguirá en una III parte

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  5. Pues bien, me preocupa Don Leo. Cuántos de los muchachos y muchachas que ahora tendrán acceso al arte encontrarán en él su verdadera vocación? muchos estoy segura. Les dirán también a estos y estas chicas que no formarán parte de la fuerza laboral remunerada del país? les irán a explicar que deben ver el arte como un hobbie nada más porque no podrán mantenerse con su trabajo, les irán a explicar que el ser artista conlleva el sacrificio de ganarse la vida en otro oficio aunque no les guste? etc. etc.

    Me preocupa que muchos de los chicos y chicas una vez pasada su adolescencia se desencanten del arte al no encontrar su subsistencia económica en su trabajo.

    Tercera parte...

    Me preocupa que en el seno de las familias estos chicos y chicas no encuentren apoyo porque todos sabemos que con su práctica dificilmente pueda llegar a independizarse de la familia.

    Espero que me ayude desde su posición de Ministro de educación en lo que corresponda.

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  6. Definitivamente hay que "repensar" la educación tal como lo expone Sir Ken Robinson en su brillante discurso sobre cómo la escuela mata la creatividad, nosotros apostamos por una educación en la primera infancia donde lo estético es un eje fundamental, no para crear artistas sino seres humanos más sensibles y creativos, la creatividad es una característica de la inteligencia que no debe ser vista como una habilidad externa a ella.
    Catalina Peña
    Directora pedagógica
    Centro Educativo Aprender y Crear
    Inspirado en la propuesta de Reggio Emilia, Italia
    www.ceaccr.com

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